«Edén» llega a todas las plataformas como último adelanto de «Libertad», CD con el que Agoney debutará este viernes 28 de agosto. 

A oscuras. Así empieza Edén. «Esto que ocurrió no volverá a pasar», cuenta Agoney, nada más arrancar el sexto tema de su álbum debut. En este nuevo y ultimo adelanto, Agoney nos deleita arañando graves y girando agudos sobre una base r&b considerablemente sensual, aunque desoladoramente triste, y furiosamente intensa.

En un videoclip dirigido por sí mismo, sencillo e íntimo, volvemos a encontrarnos con unos primeros planos en blanco y negro de Agoney. De todas formas, es todo lo que una letra como esta necesita como acompañante. Edén es elegante y nos habla del arrepentimiento tras una recaída.

Si centramos las primeras escuchas en el concepto general del tema, es fácil destacar la excelente transición entre graves y agudos, giros de virtuoso control vocal e instrumental intensa sobre la que danzar. Sin embargo, no podemos escapar de Edén sin aplaudir, una vez más, la calidad de la letra.

Un proyecto que inspira

Las letras de Agoney están construidas con vidrio transparente. La narrativa detallada con la que nos habla en Edén deja poco margen para interpretaciones libres. Sin embargo, y a pesar de las que nacen del odio sin pretender aportar más que falta de respeto y consideración hacia el artista y su historia, cada oyente tiene una lectura de lo que Edén nos cuenta.

Siempre es bonito ver a toda una red social dar vueltas a letras y saborear hasta el último pedazo, cuidando cada detalle. Cuando se hace desde la admiración sana, apoyar a Agoney y mimar su trabajo con análisis eternos es toda una delicia. Es, además, el indicador más puro de que su proyecto tiene la capacidad de inspirar a los que lo escuchamos.

Portada de «Edén» | Imagen: Universal Music Spain

«Fuiste un cielo azul en la tormenta gris, un amanecer, un reflejo, un recuerdo del ayer», así recuerda Agoney una relación del pasado, aunque ahora solo quede una canción para recordarla. Nos confiesa, con voz suave, que se dejó llevar, tras la promesa de no volver a hacerlo, por ese alguien a quien describe como frágil y delicado, de cristal y suave

Un error, como eso nos tomamos esta recaída. Una ilusión óptica con la cual soñar con un pasado idílico que camufla el insuficiente paraíso del deseo más solitario. Habla de escapar de la piel ajena, de desear distancia. Pide salvación para sí mismo y condena a placer hueco a la otra mitad. «Vete tranquilo a pasear por el Edén de lujuria y soledad», dice.

«Edén»: desnuda, elegante, valiente

No hay rencor, más bien lamento. Sí, hay queja, hay reproche y hay un dedo señalando de cobarde, pero desde la intensidad y la rabia de haber traicionado a sus principios en una recaída que sabe a poco. En cierto modo, recuerda la importancia bonita de la relación para justificar el dolor con el que se despide de ella. 

Es una canción sufrida, cantada con verdadero pésame. Agoney se encoge en su traje negro, como si doliera haberse encontrado en un momento de incompatibilidad, dejando la despedida como única opción. Rasga la voz, suena cansado de esperar ese escalón de más hacia la valentía del todo que él desea, de hacerse promesas en vano, de no encontrar solución más allá de partir caminos y perder uno de ellos en un mundo triste y oscuro, carnal.

Edén es el quejido ronco del arrepentimiento, es un grito al vacío que, cansado de pedir más, se despide. Suena elegante, frustrado y liberador. Agoney ha arriesgado al contar un cuento sin final feliz, crudo y directo, herido. En Más conocimos una faceta de insatisfacción distinta a esta, una que rozaba la disculpa y anhelaba compañía. En Edén, describe haberla tenido y perdido tras las mil vueltas de la vida y los mil motivos individuales que no encuentran un hogar común. En Más hay deseo y esperanza y, en Edén, desgaste y final. Despedida y, también, un paso más hacia la ansiada Libertad.

 

 

Imagen principal: Agoney