Con temas en más de cinco lenguas peninsulares, Guadi Galego le cantó a la diversidad lingüística en Redondela. Todo ello, en un Día de Galicia diferente.

El 25 de julio de 2020 amaneció sin las sesiones de vermú y proyectos de noche de orquesta que lo subrayan en el calendario cada año. Otra víctima más de la COVID-19. Sin embargo, Redondela pareció llorarle un poco menos al día de su tierra y optó por apoyar a la, también sufridora, cultura.

A los carteles del concierto que habían inundado la villa gallega le acompañaban dos palabras mágicas: «de balde», gratis. A lo seductor de esto se le sumaba un campo de la feria, lugar del concierto, en el que las sillas estaban lo suficientemente distanciadas unas de otras como para prometer seguridad. Quizás por ello fueron muchos los rezagados que se sumaron al evento de imprevisto, lo cual no impidió que, al ritmo del último tema, todos se levantasen a aplaudir a Guadi Galego.

Las diez de la noche pasadas, las sillas frente al escenario eran ya insuficientes. Y a la discreta entrada de Guadi al escenario le siguió el aplauso de aquellos que sabían que era ella a quien esperaban y de los despistados que se habían sumado, nostálgicos de la cultura tras meses de pandemia.

El concierto comenzó en castellano, lo cual a muchos, conocedores de su música en gallego, nos pilló por sorpresa. Sin embargo,  y pese a la relevancia que era obvio que la lengua portaba, la música fue protagonista. La propia artista confesaba sentirse algo insegura al no ver los gestos de la gente que, pese a tener la suficiente distancia, no se había quitado la mascarilla. El «gardabicos» («guardabesos»), como ella lo llamó. Entre el propio público, también se hacía difícil distinguir si disfrutaba o no, aunque coreó un potente «bien» cuando ella se preocupó por cómo estaban.

Lo que empezó con la sorpresa – no tanta para quienes ya habían escuchado su disco – de Fronteres, su tema en catalán, siguió con un recorrido por la Península Ibérica. Guadi Galego, galardonada con el Premio a la Promoción de la Realidad Plurilingüe del Estado Español, interpretó temas de su disco Immersion, en el que son siete las lenguas peninsulares que se hacen hueco. En Redondela, a no ser que a una servidora le haya fallado el oído, fueron seis: español, gallego, euskera, asturiano, catalán y occitano aranés, la más desconocida para la mayoría. Ella misma confesó no estar muy segura de la corrección en sus letras de este último, pero también tener una amiga aranesa que le había dado el visto bueno. El portugués, presente en el álbum, pudo o no hacer acto de presencia; si lo hizo, sus similitudes con el gallego lo hicieron pasar algo desapercibido.

Guadi Galego durante «Matriarcas» | Imagen: Alessandra Pereira – WHY NOT

Guadi brilló en Matriarcas y, pese al esfuerzo de las mascarillas por ocultar, la atmósfera lo evidenció. Iván «el de las luces», como ella misma se referiría, con cariño, a su compañero de iluminación, acertó al teñir el escenario de rosa. Los corrillos de después comentaban lo especial de aquella canción, y el sentimiento con el que la autora le había dado voz a un mensaje de fuerza y admiración a las mujeres gallegas.

«Nosotras, amamantadoras.

Nosotras, conquistadoras.

Brillantes activistas de la vida cotidiana.

Y nosotras, que resistimos a siglos de fuerza.

Y nosotras, las matriarcas de un país de un tal Breogán».

No faltaron los temas que ha compartido con otros grandes, como Reconociéndome CedeiraSin embargo, ni Andrés Suárez ni Iván Ferreiro le hicieron falta para hacer de estas dos de las canciones más aclamadas del concierto. Ella, natural de Cedeira, pero la Cedeira de A Coruña, le dedicó la última de las dos a la villa, que también cuenta con un lugar llamado así.

El ambiente calmado y nostálgico que consiguió con las baladas lo contrastó con temas como Bola de cristal Chea de vida, en los que animó al público a bailar en sus asientos. Xentecanción del grupo ya desaparecido del que ella y otro de su compañero fueron componentes, Berrogüetto, fue el tema con el que presentó a su banda y equipo. Siempre respetuosa con las medidas de seguridad, y ya con el gardabicos puestos, no quiso marcharse sin bajar del escenario para sentir la cercanía que las circunstancias habían complicado.

Instantánea del concierto | Imagen: Alessandra Pereira – WHY NOT

Su música le gusta a quien le gusta su estilo o su historia, por lo que muchos se marcharon de allí contentos con la atmósfera creada por ella y su talento, pero no del todo convencidos con el género. Son las consecuencias del «de balde». Sin embargo, el momento fue especial para la gran mayoría y ella dedicó sus esfuerzos a que así lo fuera. Quienes ya la conocíamos nos marchamos con más ganas de seguirla y escucharla, conquistados por el cariño con el que cerró el 25 de julio más diferente. Se encargó de que no por ello fuese menos especial.

Con suerte, alguien se emocionó al escucharle cantar en su lengua en un territorio que no es el suyo. Con seguridad, fueron muchos a los que la gratuidad les sirvió para conocer a una artista que, si bien consagrada y aplaudida en la música gallega, no es tan popular para aquellos ajenas a ella. Guadi Galego, que ha tenido la fortuna de apellidarse así en un guiño a su labor como defensora de la diversidad lingüística, no se marchó sin un bis. Abrazó a Redondela en una noche especial.

 

 

Imagen principal: guadigalego.eu (fotografía de Carlos Abal)