Izal aterriza en Barcelona el sábado 29 de febrero de 2020 para regalar una noche que quedará grabada en el recuerdo de los más de once mil asistentes en el Palau Sant Jordi.

Prometieron un nuevo formato de entretenimiento para este fin de gira tan especial (uno que se alarga a  siete ciudades), y lo han cumplido. Cuando Mikel, Alejandro, Alberto, «Gato» e Iván aparecen sobre el escenario, escasos 7 minutos tras la hora oficial de inicio, se palpan en el ambiente las ganas de darlo todo. 

El espectáculo empieza con Autoterapia y, con palabras de agradecimiento y asombro constantes, algunas de ellas en un valiente intento de catalán, Mikel Izal se hace con el cariño de todo un público nada más empezar la velada.

El ritmo no decae. El público se entrega con totalidad desde un primer momento, se encarga de corear todas y cada una de las letras de Izal. Mikel, por su parte, invita cada dos por tres a la gente a cantar y rellenar aquellas frases con las que el grupo más se reconoce. Es mágico ver a miles de personas dejarse llevar por las mismas canciones, vivirlas con la misma pasión y bailarlas con la misma fuerza.

Lo prometido es deuda, y por eso Izal convierte a su público en asistentes de la fiesta más loca y viva. Y, claro, no puede faltar una «Dance Cam« con la que invitan a todo el mundo a bailar como nunca lo han hecho. La cosa va de baile, de vida, de disfrute. De locos bailando.

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EL FINAL DEL VIAJE: UN NUEVO FORMATO

Izal interpreta más de veinticinco temas, algunos de los cuales ya convertidos en legendarios de la banda, otros más íntimos, como el Arte Moderno que Mikel interpreta sentado junto al piano. Todos ellos siguen el hilo narrativo con el que presentan la gira. El final del viaje es la continuación de la gira Autoterapia, y esta vez hemos tenido a Jaime Lorente, María Pedraza, Alexandra Jiménez y Raphael, entre otros, como intérpretes en la nueva aventura galáctica de Izal.

El formato es divertido, entretenido y diferente. La interacción entre los vídeos y los artistas presentes en el escenario hace de la noche algo más dinámico y original. Sin embargo, el toque más característico de esta tanda de conciertos es el formato de colaboración y dueto con otros artistas. Rozalén, Zahara, Miguel Ríos, Bunbury, Sidonie y Mäbu comparten canciones con Izal, pero a través de la pantalla. Aunque suene frío, lo cierto es que canciones como Pequeña Gran Revolución, Pausa y El Temblor siguen siendo bonitas, épicas y celebradas.

La traca final del concierto es una absoluta liberación para el público. No solo se baila, ya no solo se canta, ni simplemente se intenta disfrutar. Ahora es obligación. Ahora es cuando no importa quién mire, todo el mundo debe bailar. Así lo piden, así lo inspiran, y así lo tienen. Bill Murray, El Pozo, La Mujer de Verde y El Baile son locura brillante y ensordecedora, brutales y defendidas por miles de personas que creen en lo que cantan, en que «ya no importa lo que digan, y menos lo que callen».

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«Tú disfruta del camino«

Si estuviera en las manos de los presentes la decisión de poner fin a ese espectáculo, no lo harían. El trato es excelente, el agradecimiento es constante, los piropos caen sin cesar por parte de la banda, la música enciende y aviva… ¡Es una fiesta! Nadie quiere que acabe, nadie quiere que ese final épico con el que dan una vuelta a su emblemático Pausa sea también el final del espectáculo.

Mikel aprovecha entre canciones para presentar a sus compañeros de banda, nombrar a todo el equipo que hace posibles sus conciertos y contar alguna que otra anécdota. Recuerda, cargado de ilusión y emoción, sus pasos previos hasta llenar ese Palau Sant Jordi rendido a sus pies.

Barcelona se va a dormir con una de las sensaciones más bonitas, la de pertenecer. A pesar del rock, los saltos, los bailes ridículamente honestos y la necesidad de gritar con la música, en el Palau Sant Jordi se ha colado la calma de un sábado noche cuya única obligación es pasarlo bien. Misión cumplida. 

 

 

Imagen principal: Martalti Moon