M. L. Rio debuta en la literatura con un drama basado en la obra shakesperiana, «Todos somos villanos», y Umbriel Editores lo publica en España. 

Todo un éxito entre el público lector anglosajón, Todos somos villanos es el misterio más especial y arriesgado. Está bañado en referencias shakesperianas y cargado de diálogos de las obras del dramaturgo inglés. De hecho, y como característica que marca la diferencia entre esta y otras historias, todo el argumento gira entorno a Shakespeare.

Oliver Marks sale de la cárcel tras diez años de condena, dispuesto a contar toda la verdad al detective que se la hizo cumplir. Cada acto de esta historia empieza con un prólogo que sigue esta línea temporal, en la que vemos a Oliver volver a la academia donde todo empezó (y terminó). El resto de historia sigue los pasos de Oliver, Alexander, James, Richard, Meredith, Filippa y Wren, estudiantes en un conservatorio shakesperiano de enorme exigencia, diez años antes de que Oliver, protagonista y voz con la que descubrimos todas las verdades, se reencuentre con el mundo al cumplir su condena.

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Todos somos villanos no es adictivo por el ansia de conocer la verdad, más bien por la manera en la que se narran los hechos. Parece un misterio sencillo, sin demasiados cabos sueltos de los que tirar, a pesar de la rápida introducción de personajes a los que acostumbrarse para entender la historia. Sin embargo, consigue atrapar.

Superado el reto inicial de ubicar a cada personaje, reconocer su papel tanto en la novela como sobre el escenario en el que se están formando como actores shakesperianos, y entender los vínculos entre ellos, la lectura es fluida. Fluida, pero no ligera. La rivalidad en un mundo tan exigente es evidente desde el primer momento, los personajes tocan fondo y la muerte, la violencia, la desesperación y el miedo se hacen hueco como protagonistas de la historia. La emoción está descrita a la perfección, así que el desconcierto de los personajes se iguala al del lector.

Fragmento «Todos somos villanos» | Imagen: Umbriel Editores

La ambientación es idónea, oscura y antigua, bien redactada. Es fácil imaginarse las instalaciones y oler el fuego encendido y las páginas antiguas de novelas trabajadas y analizadas. Tiene todo el atractivo del mundo al tratarse de un internado en el que los personajes no pueden evitarse, incluso cuando eso es lo que más podrían desear.

Todos somos villanos es el debut prometedor de M.L. Rio que despierta la curiosidad por una posible segunda parte, tras ese final desolador y desconcertante que incita a releer las últimas páginas, como si se fueran a desenmascarar nuevas pistas o trazas con las que descansar.

 

 

Imagen principal: Umbriel Editores