El pasado sábado 15 de febrero tuvo lugar el Puertollano Winter Festival en la ciudad manchega, donde destacó la vivacidad ejercida por su público de espíritu joven con esencia ochentera en «La Central».

San Valentín ha dado un regalo mágico a los amantes de la música en la ciudad de Puertollano. El PreWinter de la semana pasada supuso la degustación unos entrantes artísticos ligeramente agradables para alguien que busca la consolidación de este arte en la ciudad.

Sin embargo, faltaban los platos fuertes de la jornada. La organización del evento, coordinada por el Ayuntamiento de Puertollano, la Asociación PuertoRock, la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha y la Diputación de Ciudad Real, hicieron un buen ejercicio metafórico del festival poniendo en escena una comida de platos típicos de la región como gachas y migas.

Mientras el público saboreaba semejantes delicias culinarias, el «Casi Winter» se disponía a calentar motores dando cabida a grupos que intentan purificar la cultura musical manchega. El primero de todos fue uno de los precursores de este proyecto, The Buyakers. Tal y como confesó su vocal y guionista de El Hormiguero, Sergio González Olmo «Suko» antes de la pasada edición,  ya no querían copar el protagonismo «en el Winter por dar la posibilidad de tocar en un escenario tan guay a otras bandas.»

Sin embargo, no podía pasar desapercibida la banda puertollanense con mayor proyección musical en la cuarta edición. Acaban de sacar su cuarto disco llamado Entidad cuernos y tocaba refrescar la memoria a miles de paisanos que encandilaron a su público. Quedaba inaugurado el primer «Festival Marcha X La Mancha». A continuación, actuaron otros grupos manchegos como Versión Vinilo (Toledo), Dr. Sapo (Guadalajara), entre otros. Tampoco podemos olvidar la campechana y majestuosa voz del periodista de RockFM, El Pirata.

El talaverano comentó que su última visita a Puertollano tuvo lugar en 2005 debido a los numerosos eventos que tuvieron lugar en la zona en homenaje al cuarto centenario del Quijote. Destacó el afán de un público entregado que había mantenido su esencia cercana y siempre fiel a los sonidos musicales que marcaron una época en los años 80.

Vivan las reuniones de amigos

Este hecho provocó que la mayor parte del aforo del público nos provocara recordar flashes de uno de los capítulos más míticos de Aquí no hay quien viva: érase una fiesta. Lo que parecía a prejuicio externo una reunión de amigos nostálgicos de «recuerdos de pelo largo», acabó siendo un acontecimiento multitudinario que acogió a todo habitante independientemente de su edad, género y condición social.

Chris Alan & Troublues The Road abrieron el festival. Marcaron la esencia de la música de la ciudad, es decir, alimentar la permanencia de la movida ochentera con el paso de los años. Levantó grandes sorpresas positivas hacia escepticismos negativos de gente joven que desconocía a ambos grupos. Su notable técnica al ejecutar su sonido y su apasionada expresión corporal levantó aplausos en una Central que cada día aumentaba su lleno.

Al fin y al cabo, las glorias ochenteras y noventeras fueron las principales razones por las que hubo un lleno absoluto en el recinto. Un grupo selecto de músicos forjados en la universidad de la vida acompañaron al ex vocal de Duncan Dhu, Mikel Erentxun.

Su porte iba a juego con la voz gentil y con los mismos brillos de aquel artista vasco que despertó delicias a la generación del baby boom. El clímax tuvo lugar cuando cantó Mañana. Las gargantas comenzaron a calentar motores de cara al repertorio más rítmico por parte de Celtas Cortos.

El grupo de Folk Rock y su vocal, Jesús Cifuentes, el ejemplo de mucha gente que permanece en los escenarios sin perder el espíritu joven, pero con mayor experiencia. Una prueba de ello fue el crisol instrumental de sus actuaciones y sus magistrales presentaciones de speaker haciendo hincapié a problemas sociales como el cambio climático o el fascismo.

La lógica suele marcar que los festivales llegan a su esplendor transcurrido 3/4 partes del mismo. De este modo, el alcohol comenzaba a influir en el público. Sin embargo, el movimiento como esencia de un concierto brillaba por su ausencia. Ni siquiera el gran desparpajo de showman por parte de Seguridad Social despertó del eterno escepticismo por parte del público.

Gran trabajo, pero a por la mejora

Con sus numerosas luces y contadas sombras como asignatura pendiente de cara a próximas ediciones, el invierno ha acalorado a una localidad necesitada de cultura. Ahora toca seguir perfeccionando la calidad de la música local y atraer al público local y juvenil, asignaturas pendientes apuntadas por la alcaldesa Isabel Rodríguez y el concejal Jesús Fabián Caballero. 

 

 

Imagen: Cartel Puertollano Winter Festival