Anoche, el Palacio Vistalegre de Madrid fue testigo de la gira ‘360º un piano y una voz’, la más íntima de Pablo López. El malagueño vivió «la mejor noche de su vida sobre el escenario» e hizo vivir a los asistentes un concierto único.

Miles de espectadores se dieron cita en la capital para asistir a uno de los conciertos más especiales del malagueño. 360º un piano y una voz es un espectáculo que promete no dejar indiferente a nadie y, sin duda, lo consigue. Un concierto en el que no hay ángulos muertos y donde Pablo López dispone de ambientes distintos en los que demostrar su inmenso talento, en formato acústico.

Durante las más de dos horas que duró el concierto, el cantante estuvo rodeado por un público fiel que hizo que se sintiera más en casa que nunca. Una plataforma con un piano en el centro de la pista, rodeada de un sofá, pequeñas mesas y teclados convirtieron el Palacio en un pequeño salón, arropado por más de 12.000 personas.

Pasadas las 21:30, Pablo López se abrió paso entre el público hasta llegar al escenario. «Allá donde se cruzan los caminos, donde el mar no se puede concebir, donde regresa siempre el fugitivo…«, y es que no pudo haber canción más acertada para comenzar la noche. Pongamos que hablo de Madrid. Las estrofas de la canción que Sabina le escribió a la capital se mezclaron con las de Vi, uno de los primeros temas del malagueño.

«Nunca he invitado a tanta gente a mi casa. Buenas noches, Madrid, mi casa, mi corazón, mi locura.» Tras esas breves palabras, en las que anticipaba una noche en familia, emotiva y que quedaría marcada en el recuerdo, comenzó a sonar El Camino, canción de su disco Camino, Fuego y Libertad.

Pablo López volvió a darle la bienvenida a su público a su casa y confesó que un día soñó con representar que todo su público estuviera en su casa de verdad. «Yo nada más que hago música«, dijo, y a la vez recordó cuando en marzo de 2013 llegó a Madrid con la única preocupación e intención que tocar. Y como todas las canciones tienen un principio y un porqué, el malagueño quiso explicar el motivo de muchas de las canciones que sonaron a lo largo de la noche.

«Hay grandes tipos que se encargan de hacer música siempre y nos permiten a los demás soñar con eso. Voy a cantar una canción que un argentino escribió aquí en Madrid -Fito Páez- y va a desembocar en otra canción que yo escribí en no sé dónde, para alguien de Madrid».

La noche iba de mezclas, de ‘combinados’, de estrofas que se mezclaban y de versos que desembocaban en otros versos. «Si yo escribo esta frase que viene ahora, me retiro. Escucha: «Te vi, te vi, te vi, yo no buscaba a nadie, pero te vi». Y la vi.» Y comenzó a sonar Lo saben mis zapatos, que terminó con Pablo en silencio, mirando cómo un Palacio Vistalegre entero cantaba eso de «Te quiero matar, de amor…» Se unió a un público sin micrófono, que enmudeció para escuchar la voz del malagueño sin ningún tipo de amplificación.

La siguiente canción la escribió en Madrid, cuando vivía en La Latina, y quiso reflejar que las cosas más bonitas de la vida son fruto de una casualidad, cuando encuentras a una persona especial sin buscarla, cuando no hay pretensión. «Escribí una canción que tiene que ver mucho con el corazón y con la forma más fácil de triunfar en la vida, que es querer. Quieran, no se peleen con nadie, que eso no sirve para nada» y dio paso a Ven, una canción que se incluye en El Mundo y Los Amantes Inocentes.

Pablo López en el Palacio Vistalegre | Imagen: Ángela Merino – WHY NOT

Y como ya anticipó al inicio, la noche iba a ir de canciones que se fusionan con otras. «Si vienes y perdemos la cabeza» dio paso a «Yo te quiero contar que surcaré los senderos de tu vida.» Sin estar sobre el escenario, Antonio Orozco estuvo presente y a través de una videollamada sintió el cariño de Madrid, que entonaba cada estrofa de El Viaje.

«Había un tío de aquí de Madrid que se fue, que escribió precioso. Se llama Ray Heredia, escribió una canción muy bonita y que tiene mucho que ver con otra. Todo lo que canto tiene su génesis y su principio en otras canciones. Sois muchos, pero tengo que decirlo: Gracias por estar aquí esta noche.» Lo Bueno y Lo Malo terminó con La Mejor Noche De Mi Vida, un título inmejorable para describir lo que Pablo vivió.

«Hoy juraría que fue la mejor noche de mi vida» y el público le acompañaba con aplausos, mientras daba golpes sobre el piano y disfrutaba más que nunca sobre el escenario. «La noche se terminó, pero yo sigo luchando por comerme el mundo» es una frase de esta canción, de Once Historias y Un Piano, y quizá una que refleje a la perfección el sueño que Pablo no ha dejado de perseguir.

La noche siguió con Suplicando y la mítica canción de Mecano, Barco a Venus. Poco después, López subió al escenario a Patri, una chica que llevaba un cartel pidiendo que le cantara ¿Lo Ves?, la canción de Alejandro Sanz y que en algunas ocasiones ambos han compartido.

«Como Alejandro está ahora en Estados Unidos y no me oye. Yo siempre quise cantar con él esta canción, hasta que un día me dejó porque le amenacé, que yo soy de barrio.»

«Mi madre veía más esto que yo, esto es muy difícil. Y yo a Alejandro Sanz le tengo el amor suficiente como para que yo tenga notas que hacer gracias a él«, dijo antes de comenzar a interpretar ¿Lo Ves? Sin embargo, no estuvo solo. Alejandro Sanz volvió a estar presente, al igual que Antonio Orozco, por videollamada. «Es el único concierto donde los invitados están presentes por FaceTime«, dijo entre risas.

La noche continuó con otro combinado de canciones. La Canción Prohibida desembocó en Me Cuesta Tanto Olvidarte. Pablo López, con la cabeza sobre el piano, escuchaba cómo el público no dejaba de cantar con él, y no podía hacer otra cosa que girar sobre el escenario aplaudiendo a las más de 12.000 almas que le acompañaban. Era el momento perfecto para acordarse de los que han creído en él: su amigo Armand Martín y todos los que le han acompañado en el camino. Ese fue el preludio de la siguiente canción: El Gato.

Peces de Ciudad, de Ana Belén, es una canción que le marcó hace años y que cantaba con un amigo. Esta dio paso a Dos Palabras y a la explicación de la siguiente canción. «Estoy en un garito, El 47, donde yo soñé que realmente uno solo tiene que escribir canciones, donde me di cuenta que la vida es complicada pero más sencilla de lo que parece» y subió al escenario a dos chicas que le acompañaron en Ángel Caído, de Malú. En el mismo lugar, escribió Hijos del Verbo Amar, el tema que dio paso a Tu enemigo y que comparte con Juanes.

«Gracias por ser libres, gracias por estar aquí esta noche. Hay que ser sencillos y abrazar, porque el amor puede», recalcó desde uno de los sofás situados frente a un sector del público. Junto a él y a su guitarra se sentó Sofía, una niña de 11 años que, entre lágrimas, primero escuchó Oleo de una mujer con sombrero, de Silvio Rodríguez. «Mira, Sofía, esta frase es buenísima: La cobardía es asunto de los hombres, no de los amantes. Los amores cobardes no llegan a amores, ni a historias, se quedan allí.»

Sofía seguía con él, le acompañó en el estribillo de Te Espero Aquí y en eso de «Que nunca pierdo el sueño por cualquiera, que se quedó en mi pecho lo que hicistePablo pidió que encendieran las luces para que Sofía, emocionada, viera como el Palacio Vistalegre no paraba de aplaudirla.

Desde el sofá, un rincón que invitaba a la melancolía de un domingo por la tarde, quiso acordarse de su «compañía, de cerquita, de abrazo, de todos los días«, de Universal Music. La noche iba llegando a su fin, pero el público echaba en falta canciones que no podían faltar en una noche especial. Entre ellas, El Mundo.

Pablo López pidió que apagaran las luces, encendieran las linternas de los móviles, y que grabaran otro de esos momentos especiales del concierto. Comenzaron a sonar las primeras notas de Me Conocen, la canción que aún no se ha publicado pero que ya ha tocado en directo en alguna ocasión. «Me conocen por culpa del aire, me conocen los que hablan de ti, me conocen las guapas del baile y los bares que cierran Madrid«.

Antes de despedirse, Pablo López hizo una confesión: «Hoy es el mejor día de mi vida encima de un escenario. Los que me conocen lo saben y si me pasa otra vez lo diré.» La noche no podía terminar sin volver a hacerle un guiño al amor, a la importancia de las pequeñas cosas que ofrece la vida. Y también, demostró su particular forma de amar, encima de un escenario  y con un piano.

«Con amor, todo se soluciona, y no es una peli de las tardes del domingo, es la verdad. Queriendo, lo tienes todo hecho. Me voy a ir y volveré, hoy venía aquí pensando que no sé si se iba a entender lo que estaba pasando, pero ustedes lo habéis entendido. Esto es casa. Siempre que quieran venir a verme donde sea, siéntanse en casa, que solo quiero hacer música. Sobre todo, aparte de mi agradecimiento, tengan la seguridad de que estoy delante de 12.000 personas libres.»

Como no podía ser de otra manera, la noche terminó con El Patio. Comenzó sobre el escenario con el piano y terminó sin micrófono entre el público, ante un Palacio Vistalgre que por momentos callaba mientras se erizaba la piel y por momentos sentía la necesidad de demostrar su admiración con gritos y aplausos. Y cantando entre el público se marchó, con la misma cercanía que cuando tocaba en bares, pero en esta ocasión llenando Palacios.

Pablo López es de esos artistas que derrochan humildad, que sienten cada nota que tocan, que llevan la música en vena y que demuestran por qué merece la pena asistir a uno de sus conciertos, al menos una vez en la vida.

 

Imagen principal: Ángela Merino – WHY NOT