El clásico literario de Louisa May Alcott, «Mujercitas», vuelve a la gran pantalla. Greta Gerwig reescribe y dirige una nueva adaptación.

Cuando escuchamos hablar de adaptaciones cinematográficas, nos gusta imaginar que alguna persona formada en dirección audiovisual se encarga de entrar en nuestras mentes y llevar a la pantalla lo que, individualmente, vemos cuando leemos las novelas. Exigencia pura en primer lugar. Se convierte en algo más complicado y exigente cuando se trata de una adaptación cinematográfica previamente realizada, y no una sola vez. Cuando escuchamos hablar de la adaptación cinematográfica de un clásico que ha sido adaptado cantidad de veces, las expectativas se disparan y van acompañadas de mucha curiosidad.

Greta Gerwig se lanzó a reescribir el guion de Mujercitas dos años atrás. Louisa May Alcott no estaría decepcionada con el resultado. La opinión general solo tiene buenas palabras para las más de dos horas de proyección, y no sorprende.

UN PRESENTE FRÍO CON PASADO DORADO

La historia se cuenta en dos líneas temporales. En el presente, las hermanas March tienen en sus vidas algo de independencia y estabilidad, aunque no estén para nada resueltas. En el pasado, siete años antes de que Amy March vuelva a cruzarse con Laurie en París, Jo abra la puerta de su apartamento en Nueva York o Meg abrace a sus hijos, todas ellas comparten hogar y esperanza.

Salta a la vista la elección de filtros para ambientar cada una de las líneas temporales por las que Greta nos hace navegar. Para el pasado, la fotografía es prácticamente dorada, cálida a más no poder, acogedora y familiar. Dentro de este brillo, se encuentran diferencias entre los distintos escenarios, como el toque más pálido en la mansión de los Laurence. Sin embargo, el presente es frío. Gris, apagado, más serio y triste. La trama se encarga de que así sea, pero es la fotografía la que lo hace creíble y transmisible. La luz de París deslumbra tras sumir al público en la oscuridad de la casa de los March, vacía y cargada de desolación y despedida.

Las hermanas March | Imagen: Sony Pictures

TRAS LOS PERSONAJES

Por supuesto, no hay guion lo suficientemente fuerte, ni fotografía con relevancia suficiente como para poder prescindir de un buen elenco. Los nombres que han llenado el cartel de la película son los que dan vida a todo lo que Greta ofrece para vivir, y lo hacen de maravilla.

Saoirse Ronan (Jo March) y Timothée Chalamet (Laurie) trabajaron anteriormente con Greta en otro de sus largometrajes, Lady Bird. La elección de estos dos actores y sus respectivos papeles es, sencillamente, lo fácil e inteligente para la obra. La química es indudable, la comodidad con la que se tratan (y deben tratar, atendiendo al vínculo que Alcott creó en su novela) es bonita de ver, además de clave para transmitir la familiaridad que viaja entre ellos, así como ese romance tangencial que confunde.

Saoirse Ronan y Timothée Chalamet | Imagen: Sony Pictures

Emma Watson (Meg March) cumple con la juventud y destacada feminidad, con esos rasgos tan aniñados y pulidos. Su interpretación, como era de esperar, es más que decente y no deja nada que desear. Florence Pugh (Amy March), sin embargo, no se ajusta a la necesidad que, como lectora del clásico y espectadora de la adaptación, me hubiera gustado saciar. No es problema interpretativo, porque las tablas de la actriz y su manera de fluir ante la cámara son bravas, sino más bien de credibilidad argumental. Si Amy March es la menor de las hermanas, no debería ser defendida por rasgos mucho mayores.

SAOIRSE, UNA JO MARCH EXCELENTE

Lo que este reparto comparte es la maravillosa manera de encajar con sus personajes. A pesar de los deslices como el sinsentido de la edad, no hay artista que desentone en su papel. Saoirse es, en especial, la fiera que atrapa a Jo March entre sus garras y la exprime al máximo. Para los lectores de la novela, tiene todo el sentido del mundo escuchar los escritos de Alcott en la voz de Ronan. Su expresividad es impecable, transmite lo necesario y, gracias a la fuerza y profundidad de su personaje, se convierte en toda una inspiración.

Saoirse Ronan | Imagen: Sony Pictures

Es en esa escena en la montaña, en plena discusión con Laurie, cuando Jo define con total verdad la finalidad de su personaje. Jo March es la revolución, y arriesga y pierde facilidades con tal de seguir formándose como cree que una mujer tiene el derecho a hacerlo. Es fiel a sus principios, aunque eso llegue a asustar y hundir en soledad. Es tan fiel que siempre deja el corazón en un segundo plano. Descubrir hasta qué punto serlo sin salir herida es el paso valiente que debe dar.

LOS HUECOS DE LA ADAPTACIÓN MÁS PLENA

Si echamos un vistazo a la novela y la comparamos con la adaptación, encontramos algunos huecos, como es lógico. Aun así, hay un par de detalles que me han faltado dentro de lo posible de la adaptación. Meg March no está bien construida del todo. Es bastante plana, no muestra su mundo interior, la ambición que le desborda en más de una ocasión ni el corazón débil que le hace pelear con su tía March antes de aceptar una proposición matrimonial. Más que una escena, era un pilar, y no está.

Emma Watson | Imagen: Sony Pictures

Tal vez esta adaptación esté más centrada en el avance social que Jo March persigue y el conflicto romántico entre Laurie y las dos hermanas, pero hay ciertos aspectos de otros personajes que podrían haber explicado facetas importantes de la historia. Tampoco vemos a Jo aterrada por el posible cambio en sus vidas tras la boda de su hermana, y eso es clave para la naturaleza de las hermanas.

EL NUEVO CLÁSICO DE GRETA GERWIG

Mujercitas es un clásico de la literatura, y no me extrañaría que Greta Gerwig convirtiera su adaptación en un clásico cinematográfico. Cumple con los mínimos, cuida el detalle y trabaja en coreografías calculadas y estudiadas con naturalidad para crear planos completos, divertidos y llenos de contraste, como el jaleo que se arma cuando todas las hermanas comparten escena, y la soledad de Laurie al otro lado de la calle. Juega con las luces, los saltos en el tiempo, la intriga entre una línea temporal y otra, los colores vivos, los muertos y los capaces de convertir una misma playa en dos emociones completamente opuestas.

Greta Gerwig empieza una carrera con un futuro que brilla desde este presente. Un buen elenco, una fotografía brillante y un guion preciso son los que, liderados por su dirección, presentan a las Mujercitas de 2019 como una buena apuesta cinematográfica y un clásico audiovisual contemporáneo.

 

 

Imagen principal: Sony Pictures